#YoMeQuedoEnCasa

Yo me quedo en casa

#YoMeQuedoEnCasa desde hace 15 días.
Hace ya dos semanas que voluntariamente decidí aislarme, como medida preventiva. Al principio parecía algo exagerado, y aunque muchos a mi alrededor también lo pensaron, porque me quieren (me gusta creer que quienes me rodean lo hacen), no me lo decían demasiado.
Desde hace ya 15 días que no toco a mi madre, ni a mi tío, ni a mi hermana ni a mis sobrinos. Desde hace 15 días que a mamá, que tiene casi 80 años y todas las patologías de riesgo de esta pandemia, le llevo la compra del mercado y la farmacia disfrazado de astronauta, bañado en alcohol (líquido, para no desabastecer del gel que los demás iban a necesitar), y se lo entrego a través de un vidrio. Sí, hace 15 días que miro a mamá a través del un vidrio, y no la beso, ni la abrazo, ni la toco. Ella me mira con ojos emocionados, me dice palabras de cariño, me dice que no necesita que le lleve así las cosas… pero yo la miro y le dejo todo del otro lado del vidrio, en el hall de entrada de su casa, y antes de irme paso alcohol a todo lo que toqué, y le pido a ella que, antes de agarrar las cosas, haga lo mismo.
Al principio mi vieja se reía un poco, aunque después empezó a entenderlo.
Hace 15 días, más o menos, le escribí a todos mis amigos italianos. Amo Italia, especialmente a Sardegna, “mi otro lugar en el mundo”, como suelo decir a quien se interese en escucharme. Y hace 15 días mis amigos italianos me contestaron que no pasaba nada, que no era más que una “histeria colectiva” (ese término se habrá viralizado más que el corona, porque sin falta todos me lo dijeron palabra por palabra), aunque, ya hace una semana, comenzaron a contestar más seriamente. No era una histeria colectiva. No era una gripe cualquiera. Tuvieron la mala fortuna de ser los primeros. #ForzaItalia
Desde hace 15 días molesto a mi pareja pidiéndole que deje de ir a los ensayos, que las milongas serán para otro momento, y ella, poco a poco, lo entendió y se encerró conmigo.
En estos 15 días aproveché que tenía la suerte de tener una pileta y me di un chapuzón y lo subí a las redes, para mandar un mensaje positivo. Por lo mismo, jugué con una escoba que se quedaba parada sin sostén, o usé los títulos de los libros que leía para hacer juego de palabras. Pero por dentro, estaba siempre atrás del vidrio.
Sobre los libros que leo… ese, por ahora, es uno de los grandes milagros de estos días. Suelo leer como un caballo, pero ahora leo el triple, el cuádruple, el día entero. Leo y escribo y pienso y sigo leyendo. El milagro de esta cuarentena, es el milagro de los libros.
Tengo 3 sobrinos que adoro y extraño.
Tengo una hermana que adoro y extraño.
Tengo un tío que es como un padre y adoro y extraño.
Tengo amigos a quienes adoro y extraño.
Tengo a mi vieja, que adoro y extraño, y veo desde hace 15 días a través de un vidrio.
Y sin embargo, este no es un mensaje triste. Es, al contrario, un mensaje de esperanza. Porque todo esto es para que, en unas semanas, estemos todos sentados a la mesa, charlando y riendo como siempre, y convirtiendo esto en una experiencia surrealista, “el tiempo en que vivimos en una película de catástrofe”. Pero para eso, para que no sea más que una anécdota, todos deben quedarse con nosotros. Vivir.
Y para que las cosas resulten de ese modo, no queda otra: YO ME QUEDO EN CASA.
Desde hace 15 días. Y serán 15 días más.
Argentina tuvo la fortuna de tener aviso. Una fortuna casual, apenas geográfica. Usemos esa suerte (que normalmente no nos sobra), para ser más sabios.
Dejemos el pechito argentino para creer que somos los mejores del mundo en fútbol aunque no ganemos un mundial hace casi 40 años, o para afirmar que el tango es en centro del planeta. Esa es y será parte de nuestra idiosincrasia (un poco italiana, otro poco española), que de alguna manera nos hace quienes somos, con nuestras luces y sombras. Pero hoy, impera la excepción a sacar pecho, a ser el más vivo. Usar la cuarentena para irse a la costa o discutirle al policía que controla el cumplimiento, es un suicidio colectivo.
Celebro que a mis 15 días de aislamiento voluntario, vayan a seguirle 15 más, ahora oficiales y obligatorios. Gran decisión.
Se puede y vale la pena.
No soy quién para decir qué está bien o qué está mal, ni para aconsejar a mis semejantes cuando no me lo pidieron. No me gusta leer todo el tiempo cómo todo el mundo pretende ser la brújula moral del prójimo y ser maestro de la vida por ser maestro de algún área recreativa o artística.
Este no es más que un texto de descarga, de reflexión, y de amor a los 20 locos que, quizá, porque me quieren o porque están hace ya demasiado tiempo encerrados, vayan a leerme.
#YoMeQuedoEnCasa. #QuedateEnCasa

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